Edwin Novoa. Periódico El Turbión.
 El Tribunal, realizado los días 24 y 25 de Noviembre en el capitolio, se convocó a raíz de cerca de 600 homicidios, múltiples atropellos de las autoridades, y un sin fin de hechos sistemáticos, reprochados por la comunidad Internacional. Si bien esta decisión no es jurídicamente vinculante, construye opinión pública alrededor de estos graves hechos, ocultados por los medios de comunicación de los monopolios.
El Tribunal, realizado los días 24 y 25 de Noviembre en el capitolio, se convocó a raíz de cerca de 600 homicidios, múltiples atropellos de las autoridades, y un sin fin de hechos sistemáticos, reprochados por la comunidad Internacional. Si bien esta decisión no es jurídicamente vinculante, construye opinión pública alrededor de estos graves hechos, ocultados por los medios de comunicación de los monopolios. A través de 21 testimonios recibidos y analizados por el tribunal, se pudo apreciar el carácter sistemático de los graves hechos violatorios de toda normatividad en materia de Derechos Humanos: Desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, violaciones a las normas del Derecho Internacional Humanitario, capturas y detenciones ilegales, control territorial por parte de paramilitares, etc. En suma, crímenes de lesa humanidad que, principalmente, han afectado a la población más joven, violaciones al derecho a la vida, a la integridad personal y, en sentido general, a los derechos sociales, económicos y culturales, que han sido desconocidas por el Estado Colombiano.
 De acuerdo a las evidencias presentadas, el tribunal señaló que estos hechos no se presentan repentinamente, ni por una simple lucha por ejercer un control territorial, sino que son causados por la imposición de políticas neoliberales y por una marcada disposición de darle cabida a intereses de multinacionales extranjeras: La zona sur de Bogotá y, específicamente, Altos de Cazucá y una gran parte de Ciudad Bolívar poseen un alto potencial de recursos mineros que se explotan ampliamente para el sector de la construcción y, por lo tanto, representan una inmensa fuente de dinero, que no está al alcance de los habitantes de la zona.
De acuerdo a las evidencias presentadas, el tribunal señaló que estos hechos no se presentan repentinamente, ni por una simple lucha por ejercer un control territorial, sino que son causados por la imposición de políticas neoliberales y por una marcada disposición de darle cabida a intereses de multinacionales extranjeras: La zona sur de Bogotá y, específicamente, Altos de Cazucá y una gran parte de Ciudad Bolívar poseen un alto potencial de recursos mineros que se explotan ampliamente para el sector de la construcción y, por lo tanto, representan una inmensa fuente de dinero, que no está al alcance de los habitantes de la zona. Las políticas de violación de las normas internacionales, a través del fortalecimiento de grupos paramilitares, hacen parte de las estrategias de represión del actual gobierno. Se demostró, de forma contundente, que jóvenes del sector son obligados a pertenecer a los grupos paramilitares que operan en la zona, Bloque Capital y Centauros, y que, en otras ocasiones, son invitados de manera reiterada a pertenecer a la red de informantes que constituye la punta de lanza de la llamada política de seguridad democrática.
 La impunidad frente a toda esta grave situación es flagrante y, como dice la sentencia del tribunal, “es impresionante”. La verdad acerca de estos hechos nunca ha sido promulgada, ni por el Estado ni por los medios de comunicación monopólicos, y, lo que es peor, ni siquiera las víctimas conocen la verdad sobre lo sucedido con sus familiares y amigos. Las investigaciones nunca se llevan a cabo o no presentan resultados, como se documenta en los testimonios.
La impunidad frente a toda esta grave situación es flagrante y, como dice la sentencia del tribunal, “es impresionante”. La verdad acerca de estos hechos nunca ha sido promulgada, ni por el Estado ni por los medios de comunicación monopólicos, y, lo que es peor, ni siquiera las víctimas conocen la verdad sobre lo sucedido con sus familiares y amigos. Las investigaciones nunca se llevan a cabo o no presentan resultados, como se documenta en los testimonios. La impunidad no es un hecho de omisión, sino que “es un grave crimen en sí mismo, es una institucionalización activa de la injusticia: la impunidad es justificada fuertemente como un mal necesario para lograr la pacificación, pero debe tomar responsabilidad el Estado porque, decimos, la paz no es posible sin la justicia, y la justicia no es posible sin la verdad”, de acuerdo con las palabras de Christopher Ferguson, en el proyecto de sentencia.
La sentencia:
Después de deliberar, el tribunal llegó a la decisión de condenar, principalmente, al Estado colombiano. Para ello, se fundamentó en un análisis del contexto político e histórico de Colombia, en la realidad específica de Ciudad Bolívar y Altos de Cazucá, en la normatividad internacional y en los veintiún testimonios recibidos.
Se llegó a la conclusión de declarar moral y políticamente responsable al Estado Colombiano en tres sentidos. Primero, por las omisiones, pues no se ha protegido a la población civil de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos; segundo, por las acciones de complicidad y encubrimiento hacia los grupos paramilitares, y, tercero, por la flagrante situación de impunidad en los hechos ya narrados.
Se reprochó, además, que la política de seguridad democrática y de represión es un elemento fundamental para que se cometan estos ilícitos, por lo que se condenó al gobierno de los Estados Unidos por permitir y ayudar en políticas como el plan Colombia y el consenso de Washington. La Unión Europea también fue condenada, por la financiación de los proyectos de la Ley de Justicia y Paz y de desmovilización.
Por lesionar el medio ambiente y por encubrir y financiar grupos paramilitares, fueron condenadas las multinacionales Cemex de México y Ladrillera Santa Fe, entre otras, principales beneficiarias de la explotación minera en la zona.
También fueron condenados los cuerpos policiales y, en general, de la Fuerza Pública, por no proteger a las víctimas, por la infinidad de capturas ilegales y desapariciones forzadas en las que se han visto involucrados, y por la ayuda y tolerancia con grupos paramilitares. En este mismo sentido, se condenó a las alcaldías de Bogotá y Soacha.
De este modo, se hace necesaria la publicación y divulgación de los hechos de Ciudad Bolívar y Cazucá, y de la sentencia del tribunal, pues sólo de este modo se da un paso hacia la consecución de la verdad, de una memoria colectiva histórica y de la justicia para las víctimas, porque estos hechos han sido ocultados permanentemente bajo la sombra de la lucha contra la delincuencia común y, lo peor, tras la supuesta lucha contra el terrorismo.

El anterior escrito no refleja necesariamente la postura política e ideológica de EL MACARENAZOO, por lo tanto no se responsabiliza del mismo. Foto 1: Los grupos paramilitares actúan libremente en Ciudad Bolívar, realizando patrullas, reclutamientos, detenciones ilegales, desapariciones y asesintatos que afecta, principalmente a los más jóvenes. Foto 2: Ciudad Bolívar, el más grande asentamiento urbano de América Latina ubicado al sur occidente de Bogotá, es víctima de una dura represión y de violaciones constantes a los derechos humanos. Foto 3: La complicidad constante de la Fuerza pública y los grupos paramilitares en estos crímenes se hace evidente en los testimonios recaudados por el tribunal.
 
 
