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11 July 2007

DENUNCIAN LOS ABUSOS ETÌOPES CONTRA OGADÉN.

DESIERTO DE OGADEN, Etiopía.
JEFFREY GETTLEMAN / NYT
Son 300 rebeldes que marchan por el crujiente terreno, jóvenes con el cabello rizado estilo rastafari, con los AK-47 colgados al hombro. Es frecuente que cuando pasan por una aldea todos los aldeanos hagan una fila, un pómulo hundido junto al siguiente, para mirarlos de reojo. "Que Dios les dé la victoria'', susurró una mujer.

Se trata de Ogadén, un rincón con franjas alargadas de Etiopía que los funcionarios en Addis Abeba, la capital, preferirían que nunca vieran los extranjeros. Es el epicentro de una guerra separatista que enfrenta a nómadas empobrecidos contra uno de los ejércitos más grandes de Africa.
Lo que está sucediendo aquí parece ser rotundamente diferente a la imagen, cuidadosamente elaborada por Etiopía, de que se halla a las puertas del éxito, ahora que Estados Unidos depende cada vez más de esta nación para combatir el extremismo islámico en el Cuerno de Africa. Aldea tras aldea, la gente dijo que las tropas la han tratado con brutalidad. Describieron un reinado del terror generalizado, que existe desde hace mucho tiempo y, según se dice, los soldados etíopes han violado multitudinariamente mujeres, incendiado chozas y asesinado civiles por placer.

Es el mismo ejército que el gobierno estadounidense ayuda a entrenar y al cual dota de equipo y le proporciona inteligencia valiosa. Ambos países han sido aliados durante años, pero hace poco, el invierno pasado, se han acercado muchísimo para colaborar a fin de expulsar a un movimiento islámico que controlaba gran parte de Somalia, así como para liberar la región de una amenaza terrorista potencial.

La administración del presidente George W. Bush considera a Etiopía su mejor apuesta en el inestable Cuerno que, con rapidez y junto con Sudán, Somalia y Eritrea, se vuelve cada vez más violento, se opone a Estados Unidos con virulencia y se está convirtiendo en una incubadora del terrorismo.

Aún así, entre los funcionarios estadounidenses aumenta la inquietud por la forma en que opera el ejército etíope dentro de sus fronteras, en especial en zonas de guerra como Ogadén. Anab, de 40 años, que cría camellos y estaba demasiado asustada, como muchos otros, para proporcionar su apellido, dijo que los soldados la llevaron a una estación de policía, la metieron en una celda y le retorcieron los pezones con unas tenazas. Agregó que las fuerzas gubernamentales de seguridad acorralan en forma rutinaria a mujeres jóvenes con el pretexto de que apoyan a los rebeldes para poderlas llevar a la cárcel y violarlas.

''Yo, soy vieja, pero también me violaron'', dijo. Los aldeanos dijeron que se intensificaron los abusos desde abril, cuando los rebeldes atacaron un campo petrolero bajo administración china matando a nueve trabajadores chinos y más de 60 soldados y empleados etíopes. El gobierno etíope ha prometido aplastar a los rebeldes, pero rechaza cualquier alegato de abuso contra los civiles.

No obstante, el Departamento de Estado, el Parlamento Europeo y muchos grupos de derechos humanos, en su mayoría fuera de Etiopía, han mencionado miles de casos de tortura, detenciones arbitrarias y asesinatos extrajudiciales, los suficientes para plantear cuestionamientos en el Congreso estadounidense sobre el apoyo de Estados Unidos al gobierno etíope.

''Se trata de un país que abusa de su propio pueblo, y no tiene ningún respeto por la democracia'', dijo el representante demócrata por Nueva Jersey, Donald M. Payne, presidente del subcomité de relaciones internacionales para Africa y la salud mundial de la Cámara de Representantes.

''No sólo nos hemos hecho de la vista gorda, sino que los hemos empujado a entrometerse en otros países soberanos'', agregó refiriéndose a las imágenes satelitales y otra ayuda estratégica que el ejército estadounidense brindó a Etiopía en diciembre, cuando miles de tropas etíopes entraron en Somalia y derrocaron al régimen islamista.

De acuerdo con Georgette Gagnon, subdirectora de la división africana de Human Rights Watch, Etiopía es uno de los países más represores de Africa. ''Lo que ahora están haciendo las fuerzas etíopes de seguridad podría implicar crímenes contra la humanidad'', puntualizó.

En muchas formas, Etiopía tiene en la actualidad logros que le pueden favorecer: Edificios nuevos, caminos nuevos, bajos índices de criminalidad y un comercio en auge en flores y café. Es el segundo país más poblado en el Africa subsahariana, después de Nigeria, con 77 millones de habitantes.

Sus líderes, muchos de los cuales fueron rebeldes alguna vez, provenientes de una franja abandonada en el norte de Etiopía, son conocidos ampliamente como algunos de los funcionarios más astutos del continente. Habían prometido permitir que entrara algo de aire en un sistema político muy ridiculizado durante las elecciones nacionales del 2005, las cuales se proclamaron como un hito en el camino hacia la democracia.

En cambio, lo convirtieron en la versión etíope de la Plaza de Tienanmen. Ya que la oposición estaba en posición de obtener una cantidad récord de escaños en el Parlamento, el gobierno tomó medidas enérgicas contra ella abriendo fuego contra manifestantes, acorralando decenas de miles de partidarios de la oposición y estudiantes, y levantando cargos de traición e incluso de intento de genocidio contra importantes líderes opositores, incluido el hombre elegido para alcalde de Addis Abeba.

Muchos de los miembros de la oposición ahora se encuentran en la cárcel o el exilio. El resto parece estar desmoralizado. ''No hay pasos reales hacia la democracia'', destacó Merera Gudina, vicepresidente de las Fuerzas Unidas Democráticas Etíopes, importante partido de oposición. "No hay pasos reales hacia la apertura de espacios, ningún paso real para que termine la represión''.

En forma rutinaria, los funcionarios etíopes han rechazado tales reclamos, y acusado a los opositores de agudizar el descontento civil y de meter el dedo en una herida bien conocida. Etiopía siempre ha tenido una tendencia hacia el autoritarismo. Es grande, pobre, más o menos medio cristiano y medio musulmán, rodeado de enemigos y lleno de facciones separatistas. Como lo expresó un funcionario etíope de alta jerarquía: "Este país nunca ha sido fácil de gobernar''.

La política de Estados Unidos hacia Etiopía parece estar en constante cambio. Funcionarios gubernamentales están tratando de que se incremente la cantidad de ayuda no humanitaria a ese país, de $284 millones este año a $481 millones el año entrante. Sin embargo, demócratas clave en el Congreso, incluido Payne, cuestionan esto diciendo que debido a los antecedentes de derechos humanos de Etiopía es hora de dejar de extenderle cheques en blanco.

En Ogadén, no hay información clara sobre cuántas personas están muriendo. La vasta área se considera una zona a la cual la mayoría de los defensores de los derechos humanos y los periodistas no deben ir y donde el ejército etíope, según admiten sus oficiales, está llevando a cabo una intensa campaña de contrainsurgencia.
A continuación, video de The New York Times en Ogadén:

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El contenido de esta entrada no refleja necesariamente la postura polìtica e ideológica de EL MACARENAZOO, por lo tanto no se responsabiliza del mismo.

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