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13 June 2007

MI REVOLUCIÓN POPULAR.

Por: Josefina Arias
Una mano más una mano
no son dos manos
son manos unidas
une tu mano a nuestras manos
para que el mundo no esté
en pocas manos
sino en todas las manos.

GONZALO ARANGO

En la educación y la lucha de clases, Aníbal Ponce plantea que el problema de la humanidad comienza con la especialización del trabajo. Dos ejemplos que pueden ilustrar la situación de una forma coloquial pero a la vez universal, serían el chamán (o sacerdote) y el guerrero. Pongamos una comunidad primitiva, todos cultivan o cazan, de pronto aparece una persona que se detiene a contemplar el cielo. Deja de trabajar por quedarse mirando el cielo. El problema en principio está cuando ésta persona deja de lado el trabajo comunitario por ocuparse de sus asuntos particulares. A pesar de todo, si esta persona compartiera sus conocimientos no existiría problema. Pero al contrario, el problema se agrava cuando él al sentir la presión de su grupo social por su falta de compromiso, decide utilizar el poder en contra de su misma comunidad. Al ver los procesos cíclicos del sol y la luna podrá determinar eventos meteorológicos que no los atribuirá a un proceso natural, sino que manipulará el lenguaje de tal forma que él se hará un emisario de los dioses, y podrá provocar eventos como una luna que se devore al sol y que luego lo regurgite (eclipse que puede prever gracias a su constante percepción de los astros). Ante estos eventos, la comunidad ignorante de los procesos meteorológicos sentirá que definitivamente éste no es un campesino normal, el hombre es un chamán, un enviado de Dios y por eso se le debe servir y atender en todo, aunque no trabaje largas horas como ellos. En síntesis el conocimiento se emplea como una forma de poder, pero el problema no está en el conocimiento, está en la comunicación de éste.

El caso del guerrero tiene que ver con una condición de nacimiento, este sujeto tiene cualidades como el arrojo, la valentía y la voz, que le permiten liderar su grupo. Si nos detenemos a revisar los textos épicos, Aquiles, por ejemplo, es uno de los guerreros que más combaten, más se esfuerzan y en síntesis más sirven a su comunidad. Aquí está el primer problema del guerrero colonizador primitivo, debido a su ignorancia, confunde la lucha y la guerra con la adquisición de mayores posibilidades de supervivencia para una población particular. En su caso desconoce que hay para todos. En las sociedades primitivas este concepto podía funcionar si se tienen en cuenta algunos grupos de animales. Pero creer que tener más a costa de los demás es un principio ético y beneficioso en realidad para el ser humano de hoy en día, es ignorancia. El problema del guerrero, su ignorancia o su pensamiento colonizador, se agrava cuando se da cuenta que podría dirigir a las personas que creen en él y evitar pelear para no comprometer su integridad y seguir disfrutando de los beneficios adquiridos. Con el tiempo el problema se incrementará hasta el punto de que él o sus hijos verán a sus antiguos compañeros, ahora tropas, peleando desde lejos mientras que él o ellos se preparan para reclamar la victoria o para la huída.

Como si fuera poco, el chamán y el guerrero traban amistad. En ésta el chamán afirma que el guerrero es hijo de los dioses, por lo cual es un ser divino y el guerrero ofrece protección y cuidado a su amigo que construye a través de ideologías sus lazos de sangre con el Cielo. Después de la amistad deciden ofrecer beneficios similares a sus familiares y amigos y allí se dividió definitivamente la comunidad y se rompió con toda la unidad. Conocimiento y fuerza, se constituyen entonces en la base de la concentración del poder.

De allí hasta la actualidad, la situación no ha cambiado mucho. Han cambiado los mecanismos, pero quienes están en el poder siguen siendo unos pocos y los trabajadores muchos otros. Incluso hoy en día, la situación se ha agravado hasta el punto que las diferencias son enormes. En un país como Colombia, los pobres son carne de cañón en las veredas donde son descuartizados por los paramilitares, quienes se les llevan sus tierras para sembrar droga y a través de ello se financian para acceder a cargos políticos desde los cuales generan y promueven leyes para agrandar su capital. Los pobres cultivan para no comer, viven en la mendicidad, lavan vidrios en los semáforos, son humillados en los centros de salud, son condenados a la drogadicción para olvidarse de todos sus conflictos, al robo para solventar las necesidades del mundo feliz promovido por los ricos, a la ignorancia en las instituciones educativas donde también los desprecian por no preocuparse por el conocimiento especializado cuando no han desayunado, o tienen que trabajar en la otra jornada. Por su parte, los ricos aparecen constantemente en televisión a recibir aplausos por todas las irreverencias, lujos, comidas, derroche y prostitución en que viven.

Si volvemos la mirada al problema esencial, podríamos decir que la crisis en realidad está en el poder que da el conocimiento y cómo se manipula éste. Y en la fuerza que soporta dichas manipulaciones o mentiras. De hecho, la fuerza es la que permite que quienes se dan cuenta de la situación sean reprimidos para que no cuestionen las mentiras. El interés de un gobierno que promueve la fuerza pública no es el de generar seguridad democrática, entendida como la seguridad para todos, es el de reprimir a los pobres para que no conozcan la verdad sobre las mentiras que se les ofrecen. De ahí que la represión a las universidades públicas es mayor que a otras instituciones del país. Las universidades están más cerca de encontrarse con las verdades por su mismo oficio relacionado con el conocimiento.

Colombia es un país que gracias a sus abundantes y exagerados recursos naturales ha sufrido la violencia en todas sus formas y en todas sus épocas: entre españoles e indígenas, centralistas contra federalistas, conservadores contra liberales, policía conservadora contra guerrillas liberales, conservadores y liberales ricos a través del ejército y la policía contra la guerrilla popular, ejército y policía contra narcotraficantes originarios del pueblo, ejército y paramilitares narcotraficantes que representan los intereses de los partidos tradicionales contra la guerrilla narcotraficante que perdió sus ideales originales. Paramilitares y guerrilleros narcotraficantes masacrando a los campesinos e indígenas indefensos en los rincones a dónde el estado nunca llega.

Si se mira con detenimiento, a excepción de la época en que la guerrilla fue popular, jamás se usó la fuerza a favor del descubrimiento de las mentiras que han afectado a la población colombiana siempre. La fuerza y la guerra se han usado para mantener al pueblo en la ignorancia mientras los ricos manipulan las leyes y envuelven a los pobres para que estén conformes con su situación, creyendo que los ricos promotores de la guerra ofrecerán la paz para poder vivir y trabajar. La mejor muestra está en el gobierno actual, la miseria sube, los desplazados crecen, el precio de los alimentos sube, el desempleo sube, el consumo y cultivo de droga es más alto y sin embargo se sigue patrocinando un sistema de seguridad democrática que genera mayor represión para el pueblo y no ofrece ninguna solución a los conflictos reales. Por supuesto, con la salvedad de una que otra finca que han sido libradas de los guerrilleros narcotraficantes, pero que pronto recibirán la factura de la cuota de seguridad de manos de paramilitares, o los impuestos por parte del gobierno (que parece ser lo mismo). Cambia el protagonista pero no cambia la opresión, a menos de que la finca sea de los mismos paramilitares. La seguridad democrática también ha permitido viajar por los sectores turísticos del país sin el temor de un secuestro de la guerrilla, pero hay que ver que quienes viajan son cada vez menos puesto que no hay mucho presupuesto y quienes lo hacen constantemente son los más ricos, es decir, la minoría favorecida de siempre.

Con este panorama de violencia como fundadora de toda la historia de Colombia, volver al conflicto armado para encontrar las verdades en un país como Colombia sólo agravaría el problema, sólo introduciría un nuevo protagonista a la interminable pelea que ha arrojado y sigue arrojando millones de colombianos muertos. Además, gracias a los medios de comunicación y al pésimo comportamiento de la guerrilla narcotraficante, hay cierta confusión y descrédito en la fuerza que no proviene desde las fuerzas oficiales. Por otra parte, la base real de las fuerzas militares son también miembros de la población pobre. Durante los tres primeros meses de entrenamiento militar son degradados como seres humanos, mediante humillaciones y castigos y cuando más han sido llenados de odio, les proveen un fusil. Recordando una frase militar popular: autoridad que no abuse de la fuerza se desprestigia, queda más clara la incomprensión, el abuso y la ignorancia de las fuerzas militares que sólo cumplen órdenes bajo el temor de que la milicia se acabe. Es decir, la milicia puede estar por encima de la vida o el bienestar de la población. La fuerza pública está en contra de un proceso educativo por su misma razón de ser: la orden no se cuestiona, se cumple. La represión no soluciona la vida del ser humano, la destruye al delimitarla y jerarquizarla a las órdenes que le dan. Las cárceles son las universidades del crimen por la forma en que están diseñadas y pensadas, para castigar y no para transformar o educar. Es necesario entonces encontrar los mecanismos para resolver el problema original que en esencia es un problema de conocimiento y de la comunicación de éste.

Gracias a las mentiras del sistema, la gente voluntariamente trabaja para él y reproduce las ideas, posiciones y visiones del mismo, incluso lo defiende. Pero si se emplean los mismos procesos de comunicación que ha diseñado el sistema para que la gente pobre crea en sus mentiras, a favor del conocimiento de las verdades que se han ocultado siempre, es posible que la gente se entere y pueda volver a tomar decisiones en comunidad, sin dividirse, en contra de quienes los han dividido siempre. El sistema que provee beneficios a los ricos funciona porque los pobres trabajan constantemente, si los pobres dejan de trabajar, se trastoca el sistema y entra en crisis, pero eso sólo se puede lograr cuando los pobres sean conscientes de que su trabajo es el que alimenta el descanso de los ricos y cuando los pobres rompan sus barreras individuales estúpidas y se unan y se organicen.

Eso no implica que los pobres puedan vivir sin trabajar, pero es preciso reorganizar el trabajo para trabajar para sí y para la comunidad más que para los ricos. Un trabajo digno y adecuado que proporcione el sustento adecuado digno. Para ilustrar la situación podríamos detenernos por un segundo a mirar si en realidad necesitamos del gobierno o de las fuerzas militares. Todo lo contrario, dichas instituciones están en contravía de los intereses más inmediatos de la población. Si miramos cómo funciona el gobierno, lo único que hace es poner trabas al desarrollo y al encuentro con la realidad. Los gobernantes son corruptos, el sólo hecho de que vivan de la política exclusivamente, además del abundante salario que reciben (ellos son los únicos que no protestan en el país por el salario) hace que su trabajo sea cuestionado. Si su función es la de servidores públicos debería por principio ser una función voluntaria, no remunerada. Pero si no es así, deberían tener un sueldo inferior. ¿Es que acaso un campesino no trabaja más que un congresista o que el mismo presidente, y entonces por qué los sueldos son tan dispares? Se podría decir que el presidente necesita viajar y para eso requiere más dinero ¿pero es que acaso cuando viaja no le dan además viáticos para el viaje? Tanto derecha, como supuesta izquierda en este país, todos están hechos de la misma politiquería, dan dos discursos populares y quieren tener votos para tener el poder y supuestamente administrarlo bien para los pobres ¿pero es que acaso la misma ambición del poder no permite sospechar la misma ambición particular de los ricos que están en el poder? Si se utilizaron intereses particulares para subir, ¿cómo puede desprenderse de dicha corrupción después?

Por su parte, la policía y las fuerzas militares reprimen a la población para que ésta no pretenda generar el caos en el orden de los ricos. Por esta razón las manifestaciones son reprimidas tan duramente. Lo que no se dice es que si se cuida al presidente y a los gobernantes es porque hay algo que ocultar ¿o será porque los manifestantes son personas perversas que quieren perjudicar el país? Lo curioso es que en las manifestaciones siempre se ve a gente como uno, gente pobre, marchan indígenas, campesinos, desplazados, estudiantes de instituciones públicas, empleados. No son los ricos los que han salido a marchar en Colombia (aunque en Chile y en Venezuela han marchado ricos en contra de las reformas agrarias y la repartición de riquezas porque obviamente les han quitado parte de sus beneficios), son quienes están perjudicados.

Ahora, no es un secreto que las cárceles están llenas de pobres, los ladrones, asesinos y narcotraficantes ricos están en el gobierno y cuando son descubiertos no conviven en las cárceles de 2 metros cuadrados en donde se hacinan los ladrones pobres, tienen unos apartamentos independientes en la misma prisión o casas por cárcel. E incluso si se comparan las cifras del robo o el número de muertos, de lejos se ve que los crímenes de los ricos son más grandes que los de los pobres. Sin embargo ellos tienen mayores beneficios frente a la cara de todo el mundo ¿Acaso el rico no ha estudiado más que el pobre para conocer la ley y no violarla? ¿No tiene el pobre ignorante más justificación para violar la ley ya que a veces, no sabe ni leer? A este referente existe un argumento muy interesante: el hecho de conocer la ley no lo exime de cumplirla, sin embargo eso sólo aplica para los pobres.

Lo que se ha dicho hasta el momento, es de conocimiento público. Pero no se sabe cómo actuar. En principio es importante tener en cuenta que si los gobernantes tienen el poder, no es porque tengan sangre azul o poderes divinos como se creía antiguamente, es porque los pobres le dan el poder. El poder está en la capacidad de decidir, es decir, los pobres siempre han dejado que otros decidan por ellos porque han creído que no tienen la capacidad para decidir por sí mismos el desarrollo de su vida. Es cierto que el sistema y la sociedad en que vivimos ha hecho que los pobres se sientan más temerosos de actuar. Hay instituciones, como las siguientes, que han incrementado ese miedo.

La educación dice que hay unas autoridades del conocimiento y por eso no se puede pensar si no se ha leído y conocido a las autoridades, el camino siempre será lejano ya que se ha perdido lo más importante desde el principio: la autonomía. La iglesia dice que hay que respetar y amar a los otros, pero no dice que respeto es también decir la verdad y actuar, Jesucristo fue por ejemplo alguien que tuvo la capacidad de decidir frente a su vida, sin embargo la figura de Jesucristo también se ha manipulado para los fines de los ricos: mantener en la servidumbre a los pobres so pretexto de una humildad que lo único que busca es dejar a los de arriba en el poder ¿Acaso Jesucristo no fue pobre también, y no se manifestó en contra de los ricos, y del dinero y de los opresores? Las leyes son formuladas para los pobres desde los ricos, que son quienes estudian para conocer cómo se escriben las leyes y cómo se engatusa a la gente, en su supuesto marco de igualdad y beneficios para todos, jamás han permitido la igualdad y el beneficio de todos incluyendo a quienes están bajo la ley. Las fuerzas militares garantizan el cumplimiento de las leyes, pero como las leyes han sido hechas por los ricos, estas fuerzas militares (formadas con población pobre en la base y con comandantes oficiales de la clase alta), terminan defendiendo por medio de la fuerza y la represión los intereses de quienes formulan las leyes, es decir, de la clase alta.

Los medios de comunicación embrutecen a la población, los ponen a pensar en fantasías, telenovelas y realityes, en donde la única decisión que se puede optar es ponerse a favor o en contra de uno de los participantes. Antes de que se acabe el ciclo del programa ya han empezado tres o cuatro más para tener conectado y servicial al televidente pobre. Los noticieros cada vez analizan menos los problemas reales para desmenuzar la vida de los protagonistas de sus historias fantásticas y a las anécdotas que ellos consideran de carácter público.

La politiquería (o los partidos políticos), presentan los problemas en una organización particular que obedece a unos intereses particulares y no a los de la comunidad, luego presentan la solución particular a dichos problemas haciendo creer a toda la comunidad que dichas soluciones son el verdadero camino y por eso se le debe dar el poder (a través del voto) al político de turno para que con éste pueda transformar la crisis. Por supuesto, darle el poder a una sola persona, y más cuando ésta tiene intereses particulares es perjudicial y la demostración son cerca de 2.500 años de democracia de los ricos en donde ellos o quienes entren a ese círculo, pueden tomar las decisiones más adecuadas para todos. Obviamente la falta de contacto con toda la comunidad (sobre todo con la población más desfavorecida) y la falta de reconciliación con los de la misma clase desfavorecida (visto en los pobres que llegan a alcanzar puestos políticos importantes) ha hecho que la visión sobre las soluciones del país sea miope y por lo tanto parcializada fomentando el desequilibrio ya existente.

En últimas estas seis instituciones (la educación, la religión, las leyes, las fuerzas militares, los medios de comunicación y la politiquería, entre otras) han garantizado el poder de los ricos y han mantenido a los pobres al margen del poder. Les quitan la capacidad de decidir, la capacidad de determinar su vida. Esta historia con diferentes actores es la misma historia desde hace miles de años. Unos pocos están arriba y muchos, muchísimos otros están abajo. Mientras que las cosas funcionen así, ningún cambio trascendental se hará en la humanidad.

En Colombia, las cosas ya han llegado a un límite. El país nunca se había enfrentado a una crisis tan aguda. En la época de la violencia política la gente por lo menos sabía que estaba en crisis, había algo más para comer ya que los recursos naturales no eran tan explotados por países extranjeros como sucede hoy en día, y sobre todo la gente no creía que tenía el mejor presidente. Pero hoy en día se padecen todos los males, pero lo peor es que la gente cree que estamos bien y progresando. De hecho, las instituciones anteriormente mencionadas tienden a plantear que las cosas están bien. Cuando están mal, entonces, el poder de ellos, su poder particular, tiene la solución. Así que el problema se soluciona cuando se les da el poder a ellos. Pero siglos han demostrado que esto no es cierto.

Como se puede ver, el mayor problema está en que el pueblo, cada uno de los pobres decida. Pero para ello es necesario que cada uno de los pobres del país, sepa que tiene la capacidad de decidir. A lo largo de todo este texto, se ha ido afirmando que el problema no está en el conocimiento, está en la comunicación de éste y el mantenimiento de las mentiras a través de la fuerza y de la manipulación ideológica. La fuerza funciona cuando hay otra fuerza, es como en las manifestaciones de las universidades, cuando uno de los dos utiliza la fuerza, el otro responde, con el agravante de que los estudiantes agraden con piedras, molotov y arengas; mientras que las fuerzas militares, van con fusiles, cascos, escudos, bastones, protección corporal, disparadores de gases lacrimógenos altamente prejudiciales para la salud, además de tanquetas blindadas con potentes chorros de agua. Como se ve, este tipo de pelea está muy desequilibrada. Sin embargo, existe un arma que es más contundente, a la que pueden acceder los universitarios y queda exenta para la misma fuerza militar por su imposibilidad para razonar (ya que la fuerza radica en la ignorancia): el conocimiento.

Pero no se habla aquí del conocimiento especializado, que se ha terminado por convertir en otra forma de poder que sólo enajena al hombre en ermitas de la ilustración. Se habla del conocimiento sintético de la humanidad. Es decir, el conocimiento especializado no puede seguir radicado en el derecho a la diferencia. Puede y debe haber una diferencia en las sensaciones y los sentimientos, pero frente al bienestar humano hay una sola respuesta: el otro.

Eso lo han gritado las ciencias humanas en el punto más alto de su especialización. Pero muchos que están detrás de intereses particulares, se graban teorías aproximatorias, las repiten en complejas fórmulas y jamás pueden acercarse a la realidad del ser humano, a su verdadera esencia, porque al hacerlo sienten temor por perder el poder que han adquirido ya que primero estaría el otro, dar de sí mismo para los demás, sin límites. Es preciso entonces, que la academia se baje y ponga las cosas en términos más reales, más humanos y más beneficiosos para todos. La academia debe bajarse de la estratosfera a la realidad del ser humano como lo decía el mismo comediante Aristófanes en Las Nubes hace más de dos mil años pero la mayoría de académicos han sido sordos.

La otredad en estos términos implica un proceso comunicativo del conocimiento. Es decir, si el universitario tiene unos mínimos para acceder al conocimiento como lo son: saber leer y escribir. Estos deben ser fomentados de manera masiva en la población. Ahora, no se trata sólo de una campaña de alfabetización. El gobierno hace eso, pero fomenta idiotas útiles, la mejor demostración está en las mismas universidades. Es necesario generar en principio una conciencia política y ética del ser humano que radique en la otredad. Entendiendo que el otro es igual a mí, y por lo tanto merece que yo le brinde mi atención y mi conocimiento crítico de la situación del país. No me formo en una universidad para tener un título, viajar y comprar casa y carro. Me formo para darme a los demás porque allí voy a encontrar el sentido de mi vida, que está en la transformación del mundo. Lo otro, la adquisición, es un beneficio pasajero del ser humano. Las posesiones materiales pasan y esclavizan. Pero las relaciones humanas trascienden al ser, le devuelven su alegría, el sentido de su vida, lo liberan porque ya no es un ser para sí, es un ser para los demás, es un ser para todos, que es dueño de todo, y todos son parte de él. ¿Qué mayor posesión hay que el mundo entero? Como decía Gonzalo Arango: Todo es mío en el sentido en que nada me pertenece. No ser esclavo de las cosas. Cada vez se trabaja más para obtener menos y todo lo que se tiene es prestado, se muere el ser en cualquier momento y no puede llevarse todo lo que representó su esfuerzo. Pero sí ha sido feliz, con eso es suficiente y no se puede ser completamente feliz si no es a través de la felicidad que se puede proporcionar a otros. Lo demás siempre va a generar una cuota de odio y de resquemores. Es decir, si las cosas están por encima de las personas, en el mismo sentido, yo mismo, como ser poseedor, estaré por debajo de las cosas, esclavo de ellas.

Esa visión de otredad, fusionada al sentido de realidad, acrecentada por la dinámica intelectual inmanente de la academia, da como resultado un conocimiento práctico y universal en el que no existe diferencia particular, sino bienestar común. Para que ello se dé, es preciso comenzar a destruir los poderes particulares y las instituciones que se han mencionado. El primer poder que se debe romper es el particular, el mío. Cuando se deja de pensar en el capital, la fama y en la aspiración a títulos como realización personal, dicho poder empieza a colisionar. Luego se pasa a una segunda etapa, la destrucción de las autoridades y de las instituciones. Autoridades como la familia y los mismos profesores alimentan el sistema gracias a que eso es lo que se ha recibido. No se invita a destruirlos, se invita a un proceso de resistencia en donde el otro, padre de familia y profesor, entienda que no es el depositario único del conocimiento y de la razón, que a pesar de la juventud, hoy en día, el peso de la información, hace que un joven esté capacitado para cuestionar el sistema. Es necesario que se hagan puentes de discusión y conocimiento entre profesores y estudiantes; y padres de familia e hijos. Estos puentes de discusión deben descentralizar el poder. Es necesario aunar fuerzas para que estas primeras autoridades se liberen del poder para el beneficio de todos. Liberarse del poder implica que el joven se haya liberado del suyo, que aprenda a ser responsable, que demuestre que es capaz de tomar sus decisiones, que sabe afrontarlas y mantenerlas, por ello el primer poder que debe destruirse es el poder particular. Es decir, que prefiera llegar a la casa temprano y demostrar a sus padres que puede colaborar. Esto nos pone en un universal: quien no es parte de la solución es parte del problema, es decir, todos los problemas empiezan a solucionarse conmigo mismo. Por supuesto, ello es parte de un proceso, y un cambio de actitud, pero pensar que ello no se puede dar, es igual que pensar que la solución del país y de la humanidad no se dará y si ello es así, la misma esencia de la educación se pierde lo que llevaría a pensar que no es necesario el sistema educativo. A no ser que en las leyes de educación comience a aparecer: el fin de la educación es fomentar el beneficio personal al margen del beneficio de la colectividad. Ahora, si tenemos en cuenta que el beneficio personal depende del beneficio de la colectividad, entonces todo recurso de poder particular resulta absurdo, incoherente e ineficaz para nuestra verdadera realización personal.

Después de destruir estos pequeños poderes: Se pasa a la sociedad, es necesario reestablecer el vínculo con las realidades inmediatas en la sociedad. Es decir, es preciso generar mecanismos de comunicación para que el conocimiento sea universal y no de unos pocos. No es necesario que todas las personas tengan conocimientos especializados, no alcanzaría la vida para ello (muchas veces los académicos tratan de abarcarlo todo, pero con frecuencia se dan cuenta que entre más saben, más desconocen y eso lo dijo Sócrates hace rato). Ese era el problema inicial, el chamán manipuló lo que debería ser un conocimiento universal y lo utilizó para sí mismo. Pero si se hacen selecciones básicas del conocimiento universal, es decir, si se sintetizan mínimos del conocimiento y se enseñan a la gente, desposeídos del poder, de la imagen de la universidad, de la autoridad del conocimiento. Si se le quita la etiqueta al conocimiento, su elitización, la aspiración a títulos, entonces todas las personas, los carpinteros, los vendedores ambulantes, las amas de casa, las prostitutas, los niños que lavan vidrios en los semáforos, podrán saber de lo mismo y si saben, es decir, si tienen el conocimiento podrán tener la opción de decidir y de actuar.

No nos sirven manifestaciones y marchas de dos mil personas cuando más de mil quinientas van porque les han cerrado la universidad, o porque no tienen más que hacer. Nos sirve un paro o una marcha de más de veinte mil personas todas con conciencia política y convicciones reales, es decir, con capacidad de decidir gracias a que han sido informados, a que no les han vendido ideas falsas que tienen su propio punto de vista pero éste radica en la condición humana de la otredad. La fuerza militar, no puede con todo eso, en ese terreno la fuerza militar pierde porque no cuenta con el armamento suficiente. Es decir, si amas de casa, panaderos, emboladores, universitarios, investigadores, académicos, camioneros, todos, todos son uno mismo, si todos cuentan con el conocimiento necesario, entonces todos se pueden poner de acuerdo para hacer que el sistema no funcione. El sistema funciona porque estamos divididos, pero si estamos unidos en torno a los fines comunes, que son la destrucción del poder de unos pocos y la restitución del ser humano como argumento fundamental para las relaciones sociales, entonces no hay fuerza militar que pueda contravenir a eso.

En síntesis, esa es la verdadera revolución, la revolución del conocimiento para el pueblo, el conocimiento básico como estrategia, pero el conocimiento que cuestiona el poder y que otorga el poder a la posibilidad de servir al otro de darse al otro. Es decir, el poder es mío, pero lo empleo en el servicio a los demás y en el bienestar de la colectividad, no en mi bienestar particular, porque al mirarme solamente a mí, descuido la verdadera posibilidad de realizarme como persona y ser feliz que es a través del bienestar que brindo a los demás, teniendo en cuenta que hago concientes a los demás de que mi bienestar depende a su vez de un cambio de actitud en ellos mismos hacia mí, pero eso sólo se consigue si logro demostrar que mi beneficio personal es un beneficio de la colectividad.
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