En contra de la libertad de prensa.
Es decir, de alguna forma, la libertad de prensa fue comprendida bajo los criterios de respaldo a las autoridades y de manifestar una visión univoca del conflicto. Muy posiblemente los que se manifestaron de forma violenta eran desadaptados, personas antisociales que deberían eliminarse del país y por eso, en ese matiz de -libertad de prensa- los diarios “oficiales” piensan que debemos todos caminar hacia delante, ver el porvenir que nos trae el TLC, las nuevas carreteras, los indígenas y campesinos desposeídos de su tierra por otros que si la saben manejar, cambiar los estudiantes que protestan por estudiantes que estén contentos con lo que se les da, que antes agradezcan porque se les está dando educación mientras que el acceso a las universidades públicas (públicas entre comillas) sigue siendo escaso. De tal forma que los estudiantes deben considerarse afortunados y no deberían hacer tantos paros y protestas deberían dedicarse a estudiar los conocimientos especializados que brinda la academia y olvidarse de tanta visión política, igual, eso es para los vagos, que les queda tiempo para organizar manifestaciones y grupos de protesta.
Lo más preocupante de esta libertad de prensa, queda en el mismo análisis de la información. Así como en el colegio y en la misma universidad le presentan a uno los hechos descontextualizados para que se los memorice y los repita, de igual forma se presentan los contenidos en los diarios. Una noticia de las personas que se mueren de hambre en el Chocó o de las fosas comunes propiciadas por los paramilitares para esconder sus crímenes, o de la relación que ha establecido la fiscalía entre los paramilitares y altos funcionarios del gobierno y de las mismas fuerzas militares, no se relaciona con el pequeño grupo de vándalos. En síntesis, el concepto de libertad de prensa que manejan estos diarios no tiene ninguna relación con la idea de buscar las explicaciones a los conflictos, como en la escuela, la única función de los diarios está en: ver, memorizar y repetir.
Muchos de los que hemos estudiado en universidades públicas nos detenemos de vez en cuando a leer comunicados de los antiimperialistas, por ejemplo, y con curiosidad notamos, que en muchas ocasiones (o por lo menos, más veces que los medios de comunicación oficiales) estos comunicados integran todas las problemáticas del país y que uno, como desocupado lector, tiene más conocimiento global de la crisis del país gracias a estos textos que leyendo las notas “periodísticas” de los diarios oficiales. Sin embargo, la visión que queda es que son estos antiimperialistas son unos vándalos. El medio de comunicación oficial no dirá esto por su puesto ya que no le queda tiempo. Sólo alcanza a exponer la voz del comandante de la policía. No esperamos del medio de comunicación que se dedique a investigar sobre los antiimperialistas ¿Cómo se le puede ocurrir a alguien que podamos investigar de dónde salen estos vándalos? De hecho, el medio de comunicación tampoco se propone averiguar si los comentarios del oficial de policía son ciertos, de donde sacó estas informaciones, quienes son sus fuentes, si son confiables o no. Es decir, al diario eso no le compete, al diario no le interesa el debate, como se dijo anteriormente, la libertad de prensa se resume en la libertad que tienen las autoridades para expresar sus visiones de la situación, sin tener en cuenta que existen otras visiones.
Para quienes tenemos una vinculación con las universidades, la situación es preocupante ya que las paredes de las universidades están plagadas de comunicados informativos de los antiimperialistas. Es posible entonces que en un país como éste, de los realismos fantásticos, algún día se llegue a considerar que la misma universidad es vandálica por portar estos letreros y comunicados. De hecho quien se acerque a leer estos comunicados entraría a respaldar la visión vandálica de los escritores y de esta forma estaría también albergando en su cabeza ideas vandálicas. Lo mejor será para los estudiantes comprometerse con la cacería de brujas que ha emprendido la policía y denunciar a los antiimperialistas para que no corrompan a la gente con sus comunicados. Lo que queda en el tintero, por su puesto, es la idea de que los textos que nos ofrecen una mayor comprensión sobre las problemáticas del país, son los textos proscritos por las autoridades. Incluso para que esa proscripción no sea gratuita, se ofrece recompensa de quinientos mil a un millón de pesos por denunciar a los antiimperialistas o a los anarcos. Y en ese mismo orden de ideas se hace referencia a la libertad de prensa.
Como si no fueran pocas las curiosidades, los periodistas de estos diarios oficiales se limitan a mostrar la versión de las autoridades que conocen muy poco de los comunicados que uno lee. Con un poco de sentido común y uno que otro conocimiento de cultura general (que como mínimo debería tener un comunicador social) se aprecia en los comunicados que los mismos antiimperialistas están en contra de todo lo que tiene que ver con imposición cultural, es decir, no favorecen las modas y los mecanismos de la sociedad de consumo. Surge entonces la pregunta ¿a un comunicador social le cabe en la cabeza que alguien que no favorece los mecanismos de consumo pueda ponerse los pelos de punta como un punk? Porque esa fue la versión que quedó después de leer los reportajes de los diarios oficiales, los antiimperialistas tienen corte punk. Para un universitario, con un mínimo de sentido común, esto provoca una gran risotada, sin embargo para el medio de comunicación y para los lectores el asunto tiene mucha coherencia.
Es posible que algunos de los que se manifestaron violentamente tuvieran corte punk, pero pensar que estos mismos son los antiimperialistas es un total desconocimiento de la visión antiimperialista que se hace a través de los comunicados. En síntesis, esta libertad de información, podría generar una estúpida confusión: los antiimperialistas son punk. Si pasamos al caso de los anarcos la cosa es más divertida. Las mismas autoridades conocieron a un anarco: Nicolás Neira, lo tuvieron que conocer ya que murió producto de la golpiza que le dieron los miembros de los ESMAD en otro primero de mayo. Hasta donde uno ve las fotos, publicadas en la revista Número en donde también se habla de la pertenencia del joven a éste grupo, el muchacho que no llegaba a la mayoría de edad, tenía el pelo corto, muy corto, por ningún lado se le veía la cresta de gel con la que se identificarían los anarcos según la versión del medio de comunicación. ¿Será que los anarcos y los antiimperialistas consiguieron un producto capilar para que en un día les creciera el cabello y pudieran hacerse crestas prodigiosas? Eso no se lo pregunta ni el oficial de policía, ni mucho menos el diario oficial, eso en el país de los realismos fantásticos puede suceder.
Por supuesto, en un país que jala para un solo lado, todo el que no se monte al barco, está contrariando y afectando al país, y se le debe condenar. Lo que no se dice es que a quienes se montan en el barco y no lo están comandando, también se les condena. En síntesis, son muy pocos los que se montan en la mejor parte del barco, los otros lo empujan y lo respaldan y los que no estén de acuerdo se les arroja por la borda, y eso es libertad de prensa.
Tampoco se dijo que además de los mechiparados, en la marcha se encontraban monjas, pensionados de las mismas fuerzas militares, estudiantes de secundaria, profesores de colegio y de universidad, trabajadores de centrales obreras, periodistas de medios de comunicación más objetivos (la competencia), niños, mujeres, ancianos y distintos tipos de personas que son conscientes de la crisis que afecta al país, que pueden relacionar los fenómenos ya que están mejor informados de las problemáticas y por eso aprovechan un día, como el primero de mayo, para, a través de la caminata y las arengas, buscar la concientización de quienes no saben, sobre la necesidad de que todos sepamos lo que verdaderamente está pasando en el país.
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“¡Uribe!, ¡’paraco’!, ¡el pueblo está berraco!”