El calentamiento global, según los estudios, provoca cambios drásticos en el clima, modificando incluso las estaciones. En esta semana, China sufrió una tragedia ambiental al soportar la peor helada durante años; las temperaturas bajo cero provocaron grandes desplazamientos, y varias muertes por congelamiento se registraron en la potencia asiática. Al otro lado del mundo, acá en Colombia, y en Bogotá específicamente, el termometro ha subido, algo muy distinto a lo que sucede en China. Bogotá ha experimentado cambios climáticos, por estos días el sol y el calor nos han hecho olvidar que Melgar y los sitios de "tiera caliente" quedan a kilometros de distancia; ahora, la situación va a cambiar, así como cada vez sentimos más duro el calor, el sol, y hasta el bochorno, en la época que pronto iniciará, las lluvias, los desbordes, las crecientes, aumentarán, así como las heladas en la sabana y las pérdidas de monocultivos.
El calentamiento efectivamente nos toca y tiende a incrementar los cambios bruscos, así como llueve, lloverá y se inundará más; así como calienta, las temperaturas subirán y no percibiremos los 2600 metros que tiene la ciudad. Por supuesto que esto es causa de una serie de hechos que ya conocemos pero no controlamos; por ejemplo que ahorremos agua, que el gobierno destine más inversión en la protección al medio ambiente y no a la guerra, que no permitamos destruir los humedales en pro de la urbanización, como sucede en varios municipios de la sabana, etc.
En la Universidad Distrital, específicamente la sede Macarena A, éste flagelo es tan sentido como lo que viven algunos de sus estudiantes en sus propias casas: Los salones se inundan, la arquitectura de la edificación promueve el deslizamiento, y, por lo menos las anteriores administraciones, no han demostrado interés real en solventar el problema. Resulta imposible aprender a comprender la sociedad así, estudiar con los cuadernos mojados, escuchando cómo una escoba escurre agua, puterfacta en muchos casos, ya que se inunda dentro de la edificación y no hay salidas posibles al líquido. El rector Carlos Ossa está pensando en realizar un mantenimiento reestructural de la sede; iniciativa que es bienvenida, siempre y cuando el sentido de universidad no se pierda, la integración de la misma se mantenga y el esparcimiento por toda la ciudad en sedes alquiladas no se convierte en política de la UD, desintegrando de este modo el espíritu crítico, académico y de protesta de la universodad pública. Por dignidad, también, invitamos a defender la universidad, y no tolerar que se repitan imagenes como estas, que fueron tomadas al final del año pasado:
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