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22 April 2006

LLAMAR LAS COSAS POR SU NOMBRE.

No puedo absolver los pecados.
Bart Simpson
(En capítulo de “Los Simpson” titulado “Hechos de la
Biblia”: En el tablero de la escuela, pues estaba haciendo planas)

Respecto a la columna de la defensora del lector publicada el domingo 26 de marzo de 2006 en EL TIEMPO, titulada al igual que esta carta, quiero referirme a continuación.

María Clara Mendoza
dedica el espacio a las palabras, la utilización del lenguaje en el periódico y la repercusión de las mismas. Para empezar transcribe un comentario de Hernando Salcedo Toledo, lector del diario, muy desacertado e impropio, referente a lo que va a decir la defensora más adelante. El lector dice que “cuando EL TIEMPO publica La guerrilla amenaza con ´paro armado´, está utilizando mal el término (...)”. a mí no me parece, pues las comillas que encierran el rótulo de paro armado, se refieren a la concepción ampliamente conocida y aceptada por la mayoría de la sociedad de parar las actividades mediante intervención armada. Aparte de esto, encerrar entre comillas me indica, como lector, que así es como define la guerrilla el cese de actividades mediante la presión . Por ende, no se utiliza un mal término, se utiliza el que dicen ellos, lo cual significa que no necesariamente es malo. Pero Mendoza le cree a Salcedo Toledo y de ahí se agarra para defender su PROPIA postura.

Dice el lector que utilizar este término es dar “resonancia a un acto terrorista”. Puede ser, pero cualquier expresión de esta índole no siempre lo es: sobretodo porque se informa como es (por favor, nada de eufemismos frente a la realidad). Y lo dicho: La defensora y, consigo, EL TIEMPO caen... Entre las razones que expone Salcedo para sustentar su apreciación está la siguiente: “Paro suena a protesta popular (...)”. Subrayo la palabra porque en periodismo no importa a qué suene o parezca ser una expresión, lo importante es que se coloque el término correcto. Paro, según el Diccionario Enciclopédico Salvat (1988) es la “interrupción de un ejercicio o de una explotación industrial o agrícola por parte de los empresarios o patronos (...)”. Es decir que no sólo suena a protesta popular, el paro también surge desde el bando opuesto al proletario. Aquí ya la va embarrando el lector. Pero sigue cagándola más...

“Lo correcto sería escribir: Los secuestradores amenazan con ´sabotaje armado´ (...)”. Si quiere escribir las cosas como son, no debería juzgar al conjunto de las FARC, ELN, etc., como grupos secuestradores, decir que todas las personas que están alzadas en armas plagian a las personas. Estos grupos secuestran, indudablemente, pero nadie da prueba de que cada individuo tenga en su hoja de vida por lo menos a un secuestrado como referencia. No todos tienen esa costumbre. Segundo, cambió la palabra paro por el referente sabotaje. Es decir, ¿cuando los empleados y empresarios deciden paralizar labores para recordar la pérdida de un compañero, por ejemplo, están saboteando? Con la palabra sabotaje se denigra el paro y se le coloca en un estado de criminalidad. El lector, aparentemente, no conoce muchas cosas ni ha leído diccionarios en su vida. Acá termina de hablar Hernando Salcedo Toledo.

La defensora, que el cargo es cuestionable de por sí en un medio de comunicación abiertamente uribista, comete varios errores o, mejor dicho, demuestra su ideología a continuación. Dice que el lector tiene razón, el término paro no se debería utilizar porque este es un derecho constitucional que decide utilizar la población civil. Exacto; no se trata de legitimar a las FARC, al ELN o a otros grupos semejantes, pero ellos pueden utilizarlo, otra cosa es la discusión (que se debe dar en la Academia como núcleo de la sociedad) sobre los medios en los cuales es respetado.

Sigo llamando las cosas por su nombre. La defensora dice que en una ocasión algo parecido sucedió con la expresión “pesca milagrosa”, cuando quien ocupaba el cargo de ella era Javier Darío Restrepo. Él escribió, en una columna: “Para los terroristas, la información es un arma de combate”. Bueno, acá juzgar a todo guerrillero alzado en armas como terrorista, cuantificando al grupo sin ver particularidades, es una irresponsabilidad. El ex –defensor no declaró las cosas por su nombre, con decir “guerrilleros” bastaba; se unió al grupo europeo y gringo que juzga de esta manera. Por supuesto, como nota adjunta y ejemplo, las FARC cometen actos terroristas pero también cometen actos de conciencia política (como lo demuestra un documental europeo hecho en las selvas colombianas, “Guerrilla girl”, ó, en el pasado, con la Unión Patriótica).

Mendoza afirma tajantemente, argumentándose con las palabras de Restrepo: “Los periodistas deben cuidarse de no emplear los términos utilizados por los alzados en armas , porque no pueden dejar en manos de la subversión el poder de calificar sus propias acciones ante la opinión pública”. Tiene alguna razón, pero es prohibitiva. Decir que los periodistas no deben emplear dichos términos significa no creerles en absoluto (a las FARC o a los demás grupos alzados en armas), se infiere, entonces, que la verdadera información es la oficial, lo cual muchas veces es falso. Eso le entendí, defensora. Usted, con esta afirmación que acabo de citar, se contradice. ¿Por qué? En una columna anterior, domingo 12 de marzo de 2006, usted expresó que la verdad de la realidad se debe mostrar “desde todos los ángulos posibles”. Pues bien, el término que utilizan ellos es un ángulo aceptable, no importa si no es oficial. Otra cosa es el cotejo y síntesis de los datos.

Esto se enfatiza en el hecho de que EL TIEMPO es uribista y lo defiende a capa y espada. Sólo aceptar la información oficial es un claro indicio de ello. Por ejemplo, una noticia breve en la sección “Nación” del mismo día declarado en el párrafo anterior, se titula: “Ejército abatió a siete miembros de ´Los Machos´”. Dice, más adelante: “El ejército da de baja a siete hombres (...)”. Primero, una cosa es abatir (como dice el título) y otra “dar de baja” (como dice en el contenido). Segundo, ninguno de estos dos términos se acerca a la realidad y, si se trata de llamar las cosas por su nombre, lo correcto sería escribir: “El Ejército mató (ó asesinó) a siete hombres”. Este ejemplo lo encontré hojeando el periódico, EL TIEMPO está repleto de estos casos de tergiversación en la información. Por favor cojan un diccionario y compruébenlo.

El conflicto armado en las páginas de EL TIEMPO, libro publicado por la casa editorial EL TIEMPO, es mostrado por la defensora como “una especie de manual sobre cómo manejar la información referente al conflicto (...)”. Pues bien, según lo declara ella, hay unos apartes pertinentes para la columna Llamar las cosas por su nombre: "No se debe poner un signo igual entre los actores armados oficiales y los ilegales (...). Nunca, en ninguna circunstancia, una información puede poner en peligro la vida de los civiles (...)”. En cuanto al primer punto se refiere, colocar en igualdad de condiciones a los grupos enfrentados entre sí no se debe hacer, pero sí pueden identificarse similitudes. Por ejemplo, nombrar Ejército y Autodefensas Unidas de Colombia puede ser lo mismo en muchos casos, si no que lo expresen los sindicalistas asediados por Coca-Cola.. En cuanto al segundo punto se refiere, se infiere: Por más importante que sea la noticia, la información que la sustenta no puede ser divulgada sin autorización de algún civil potencialmente afectado. Me imagino, por ejemplo, una noticia que pueda salvar la vida de un tercero; si la persona que la posee teme por su vida debido a la misma información, va a ser muy díficil publicarla, más si en un “manual” se dice que no es viable. Este punto es necesario esclarecerlo más (si se puede, usando siempre pinzas).

Más adelante la defensora publica otro aparte: “Frente al conflicto armado se privilegiará la información sobre la población civil”. Qué contradicción veo, respecto al fragmento que estaba identificando al cierre del párrafo anterior, pues en el anterior apartado se protegían todos los derechos ciudadanos pero acá se acaban en un contexto determinado, en un santiamén. Si la información perjudica la vida de alguien, pero esta es determinante en el desarrollo del conflicto interno, no importa la salud de ese tercero, tal es la moraleja acá propuesta.

Golpe final de la defensora, cuando cita otro aparte: “Ni el periódico ni los periodistas, asumirán los términos que usan los actores armados (...)”. Ella, lógicamente, se identifica y se incluye en esta política. Lo que pasa cuando se excluye el calificativo usado por ellos, se niega como ente real al otro en términos periodísticos. Acaso, ¿está más acorde el gobierno cuando califica esas acciones? ¿El poder lo justifica, o acaso la voz de mando tienen mayor peso? Es claro el fragmento, se prohiben utilizar las palabras de ellos para calificar las acciones cometidas desde su seno. La defensora cuando dijo que se deben tener distintos ángulos para ver la información no pareció haber incluido en su lista de “ángulos” a los actores armados (estos son, por supuesto, los grupos guerrilleros principalmente). Así como se citan declaraciones y se transcriben entrevistas, utilizar términos concomitantes al medio del conflicto es una opción legal, justa, aceptable, siempre y cuando se contrapongan los actores y se sustente la información real.

Finalmente quiero decir, al igual que Bart Simpson (personaje animado ampliamente conocido), que yo no puedo absolver sus pecados, María Clara Mendoza, pero puedo sentar mi opinión frente a su columna. Yo la puedo juzgar públicamente por estas incoherencias y tachas de mala honra. Debo decir, asimismo, que las tesis planteadas, en cuanto a llamar las cosas como son, están acertadas, pero lamentablemente usted no practica su propia doctrina. Predica pero no aplica, por lo menos no como se indica.

PDT: La defensora considera que el documento nombrado debe ser difundido entre los periodistas que cubren el conflicto. Me gustaría conocerlo, por supuesto, pero sabiendo tan poco de él (los apartes) no quisiera acatarlo, ya que me parece anti-demcrático . anti-popular y, sobretodo, censurable.
ATT: GUILLERMO ANDRÉS CASTRO ROZO.
ESPERO LOS COMENTARIOS AL RESPECTO.
Este escrito no refleja necesariamente la postura ideológica del periódico. Es de carácter estrictamente personal del firmante.

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