María Julia Mayoral
Hacía 20 años que la Plaza de la Revolución no era escenario de una demostración semejante a la de este 2 de diciembre. Agrupaciones de tropas y de medios de combate, cadetes y guardiamarinas, alumnos de las escuelas militares Camilo Cienfuegos, combatientes del Ministerio del Interior, el Ejército Juvenil del Trabajo, civiles incorporados a las Milicias de Tropas Territoriales, más de 300.000 pobladores del centro de la capital... , cerraron filas para celebrar el Acto Político, la Revista Militar y la Marcha del Pueblo Combatiente que se merecen Fidel, el aniversario 50 del desembarco de los expedicionarios del yate Granma y las Fuerzas Armadas Revolucionarias en su Día.
El general de Ejército Raúl Castro, escoltado por los Comandantes de la Revolución Juan Almeida, Ramiro Valdés y Guillermo García pasan revista a las tropas. En el jeep de la derecha, lo acompañan el jefe de las tropas, el general de cuerpo de ejército Álvaro López Miera, escoltado a su vez por los generales de cuerpo de ejército Leopoldo Cintra Frías, Joaquín Quintas Solá y Ramón Espinosa Martín.No había amanecido todavía cuando ya miles de personas estaban en el sitio del encuentro. El Comandante en Jefe estuvo en el alma de todos. Incontables carteles, la mayoría hechos a mano en rústicos cartones, mostraban ese cariño entrañable; pancartas con fotos suyas también inundaban la Plaza.
Al filo de las ocho de la mañana se hace silencio. Solo entonces dejó de oírse por breve espacio de tiempo el clamor de vivas al Comandante, a Raúl, a la Revolución. A la voz de: ¡firmes!, los uniformados en perfecta alineación aguardan por la revista a las tropas. Es el General de Ejército Raúl Castro, Segundo Secretario del Comité Central del Partido y Ministro de las FAR, quien se encarga del pase de rigor, luego de escuchar el parte del general de cuerpo de ejército Álvaro López Miera, viceministro jefe del Estado Mayor General de las FAR, quien fungió como jefe de las tropas.
Raúl, escoltado por los Comandantes de la Revolución Juan Almeida Bosque, Ramiro Valdés Menéndez y Guillermo García Frías. El general López Miera, con su estado mayor, integrado por los generales de cuerpo de ejército Leopoldo Cintra Frías, Joaquín Quintas Solá y Ramón Espinosa Martín, jefes de los ejércitos Occidental, Central y Oriental, respectivamente.
Las primeras palabras de Raúl son para los caídos en nuestras luchas a lo largo de 138 años. Enmudece la Plaza en señal de respeto y admiración. De pronto, 21 salvas de fuego artillero retumban en la explanada, mientras nuestro Himno Nacional vuelve a llamar al combate. Seguidamente, el Ministro de las FAR y el Jefe del Estado Mayor General, junto a sus acompañantes, se disponen a recorrer en jeep el largo tramo que ocupan las tropas en la avenida Paseo.
En la cita no solo están cientos de miles de cubanos, entre ellos asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, expedicionarios del Granma, combatientes de la clandestinidad y el Ejército Rebelde, fundadores de las Milicias Nacionales Revolucionarias e internacionalistas. Hay amigos de todas partes del mundo.
Participan de la celebración los presidentes Evo Morales, de Bolivia, René Preval, de Haití, y el electo Daniel Ortega, de Nicaragua, Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas, otras importantes personalidades políticas de América Latina, más de 2.000 extranjeros asistentes al homenaje a Fidel organizado por la Fundación Guayasamín, el premio Nobel Gabriel García Márquez, delegaciones militares de alto nivel de varios países y representantes del cuerpo diplomático acreditado en Cuba.
Es "un día feliz", así lo define la alumna Yanet Martínez Flaqué, una de las ganadoras del concurso Amigos de las FAR. Resume Raúl el acto. Todo queda listo para dar inicio al desfile de las tropas y a la Marcha del Pueblo Combatiente. Un encrespado océano de gente es el colofón. la multitud sobrepasa lo previsto; en ella está la diversidad y la unidad, la fuerza y el tesón de millones de cubanos, dispuestos a vivir y a avanzar, sin abandonar principios ni ponernos de hinojos frente al adversario.
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El anterior escrito no refleja necesariamente la postura política e ideológica de EL MACARENAZOO, por lo tanto no se responsabiliza del mismo.
