Ramiro Bejarano Guzmán.
Sábado, 04 de agosto de 2007.
Nuevamente la arrogancia del presidente Uribe se hizo presente, al aplastar al inofensivo y acongojado profesor Moncayo, en vivo y en directo, delante de toda la nación. Al Gobierno no le parecía atractivo tener al "Caminante de la Paz" hospedado en la Plaza de Bolívar, exigiendo un Acuerdo Humanitario que ponga en libertad a su hijo y a los demás secuestrados. Por eso el Ministro del Interior expresó reparos a la actitud "politizada" del profesor de Sandoná, cuando éste antes de llegar a Bogotá anunció que pretendía continuar con su protesta legítima desde el epicentro del poder. Menos mal en la Alcaldía de Bogotá está un demócrata integral como Lucho Garzón, quien sin vacilaciones se puso del lado de la decencia y la tolerancia, montándole el cambuche a Moncayo y su comitiva en la histórica plaza, para que desde allí siga convocando la solidaridad colectiva y desvelando al inquilino de la Casa de Nariño.
El Gobierno tenía que inventarse algo que compitiera con la arrolladora y sincera acogida que despertó el hombre de Sandoná, quien a pesar de su ruego para que su encuentro con el Presidente no se convirtiera en otro Consejo Comunitario -como aquel donde también fue arrasado con el verbo inflamado del Führer-, Uribe repitió la dosis, pues llegó en aparente actitud humilde, pero con el mezquino propósito de tumbar ese ídolo popular que sin quererlo le está robando popularidad y protagonismo. Lo que pasó allí ya lo sabemos. El presidente Uribe llegó con su poderoso séquito, a sabiendas de que su interlocutor no estaba en ese lugar, pues sus esbirros debieron informarle que se encontraba en misa. Pero llegó para que se creyera que es hombre paciente, cuando todo estaba fríamente calculado. Se inició una conversación supuestamente privada, que después reveló que había sido grabada, ya pronto sabremos con qué fines publicitarios. El resultado de la anhelada entrevista no pudo ser peor.
La "tapia" de Uribe, según la expresión afortunada del maestro sandoneño, soltó la propuesta de pedirles a las Farc que liberen los secuestrados, para que inmediatamente después se sienten a hacer la paz en 90 días. Eso, más que una burla es una provocación para un hombre que como Moncayo ha caminado más de 1.000 kilómetros para encontrarse con la dura realidad de que el emperador con quien conversó, tampoco se estremeció con su gigantesco esfuerzo que por primera vez unió a los colombianos en contra del secuestro.
Lo que vino a continuación fue todavía peor. El presidente Uribe, con una plaza que sorpresivamente se vio invadida de funcionarios públicos, donde ya se había colocado el atril presidencial, en medio de sus ministros que se pavoneaban como en pasarela, y debidamente custodiado por militares y policías, dio inicio a una de sus más desafortunadas y retadoras intervenciones públicas, de la que él quiso salir en hombros, como le gusta, pero en la que no le importó un comino el alma frágil de Moncayo. El aturdido profesor, con dignidad, decidió retirarse del lugar abrazado por su solidaria cónyuge, ambos en medio de un llanto comprensible. Acababan de comprobar que después de haber movilizado todo el país, no lograron el apoyo del primer mandatario.
Era obvio que ese mano a mano en plaza pública, nada espontáneo, entre un avezado manzanillo que no ha dejado de serlo en el poder y un ingenuo maestro nariñense, iba a dejar al último tendido en la lona y al primero cobrando victoria fácil. Confieso que de estar en la misma situación de Moncayo también habría llorado de rabia y de impotencia. Ahora le esperan al profesor quién sabe cuántos otros años de cautiverio para su vástago, si es que algún día regresa.
Adenda. Caótico el primer año de Juan Manuel Santos en el Ministerio de Defensa. Falsos positivos, interceptaciones ilegales a opositores y la prensa, barrida en la cúpula policial, fallida moción de censura y ahora los paras y narcos infiltrados en altas instancias militares. Esa es la seguridad democrática.
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El anterior escrito no refleja necesariamente la postura política e ideológica de EL MACARENAZOO, por lo tanto no se responsabiliza del mismo.
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