Columnista de EL TIEMPO.
Según la prensa, durante su visita efímera a Bogota, el presidente estadounidense George W. Bush habló con el presidente Álvaro Uribe acerca de asuntos de interés para los dos países. Lógico. Si yo fuera el presidente de Estados Unidos, habría hecho exactamente lo mismo, porque, ¿qué sentido tendría una extensa charla sobre las Guerras Púnicas o la angustia del tiempo en Shakesapeare? Algunos de esos temas -agrega la prensa-- fueron el narcotráfico, el TLC y el proceso a los paramilitares. También lo entiendo. Son los temas que, si yo fuera presidente de Estados Unidos, le habría planteado al de Colombia, pues todos resultan de interés para Washington. Sin embargo, no he podido saber qué temas, aparte de los anteriores, propuso el presidente de Colombia al de Estados Unidos. Se me ocurre una larga lista de asuntos inquietantes que, si yo fuera el presidente de Colombia, habría sugerido al visitante.
Por ejemplo, ya que Colombia es el único país suramericano que apoyó la guerra ilegal de Irak, le habría pedido explicaciones sobre las torturas, violación de derechos e imparable violencia que ha desatado la invasión. Bush opinó sobre el proceso a los paramilitares. Muy bien. En reciprocidad, ¿se quejó Uribe por el campo de concentración de Guantánamo o el traslado secreto de presos a países que practican la tortura? Si yo fuera Uribe, le habría preguntado a Bush cómo detendrá la destrucción del medio ambiente que promueven, entre otras, muchas empresas norteamericanas. Le habría dicho que el dióxido de carbono es causa primaria del aumento de temperaturas que deshiela nuestros nevados y le habría recordado que Estados Unidos emitió en el 2004 más de 7 mil millones de toneladas, cifra superior a la de los siete países más contaminadores. De ñapa, le habría pedido que firmara el Tratado de Kioto, como condición previa para nuestra aprobación del TLC.
En el capítulo de drogas, si yo fuera el presidente de Colombia, habría solicitado a mi colega que exhibiera las cifras de captura de armas y productos químicos destinados a exportación clandestina a Colombia. Es justo que Bush quiera saber qué hacemos contra los narcotraficantes. Pero habría sido interesante conocer qué hace él para impedir que salgan de Estados Unidos las sustancias que se emplean para procesar la coca y las armas que se utilizan para atacar a nuestros soldados, policías, jueces, políticos y periodistas. Sobre esta misma materia, habría averiguado cuántos capos de la droga agarraron el año pasado allá, porque aquí no supimos de ninguno.
Acerca del TLC tendría tantas preguntas que habría sido preciso llevar a Bush de veraneo al Ubérrimo para que las respondiera. ¿Por qué el TLC obliga a Colombia a conceder a Estados Unidos el mismo trato que otorgue a otro país, pero no ocurre igual a Colombia en los intercambios de Estados Unidos? ¿Por qué nos obligan a firmar o ratificar diez tratados internacionales sobre derechos de propiedad como "prueba de amor" para firmar el TLC, mientras que Colombia no puede exigir a Washington que acoja los de medio ambiente y tribunales internacionales que rehúsa suscribir? ¿Por qué, si es un tratado recíproco, Colombia reducirá sus aranceles en promedio cuatro veces más que Estados Unidos? ¿Por qué mantiene los subsidios a ciertas exportaciones que nos están arruinando el campo? ¿No cree que es un despojo patentar recetas indígenas milenarias? ¿Por qué habla de negociación si su delegado advirtió desde un principio: "se hace el acuerdo, pero nosotros ponemos las condiciones"?Finalmente, al agotarse el tiempo de visita, le habría pedido el buzón electrónico para preguntarle por correo todo lo que se quedó pendiente por andar pendejeando con artesanías.
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El anterior escrito no refleja necesariamente la postura política e ideológica de EL MACARENAZOO, por lo tanto no se responsabiliza del mismo. Imagen tomada de: http://realydad2.web.com.co/MyImages/uribe_y_bush.jpg