En la historia de la guerrilla en Colombia se pueden distinguir dos generaciones distintas: por una parte, la llamada "primera generación", que surge a mediados de los años 60, bajo el impacto de la revolución cubana. Se trata de las Farc, el Eln y el Epl. Por otra parte, la denominada "segunda generación", la cual nace entre los años 70 y 80 en torno a la reactivación de las luchas armadas en Centroamérica y la revolución nicaragüense (el M-19, el Quintín Lame, el Prt y la Crs).Lo interesante de constatar este hecho histórico es que la totalidad de las guerrillas de la segunda generación se reinsertaron a la vida civil, mientras que la totalidad de las guerrillas de la primera generación continuaron en la lucha armada.
¿Cómo explicar este hecho? A mi modo de ver, la primera generación guerrillera nace en un contexto hiperideologizado, enmarcado en las duras disputas entre Moscú, Pekín y La Habana por el control hegemónico del movimiento revolucionario. Las Farc, creadas por el Partido Comunista Colombiano como su brazo armado, eran prosoviéticas. El Ejército Popular de Liberación, nacido de la ruptura chino-soviética, era pro chino, mientras el Ejército de Liberación Nacional era pro cubano. Se trataba de movimientos guerrilleros intolerantes que lentamente fueron abandonando la lucha política y terminaron siendo unos simples profesionales de la guerra.
Por el contrario, las guerrillas de segunda generación nacieron en un mundo distinto. Más abiertas, menos dogmáticas, más sensibles a los valores democráticos y a la opinión pública. Tuvieron la capacidad de captar tanto los cambios internacionales (el colapso del campo socialista y la emergencia de los derechos humanos como guía ética de la acción política) como los cambios nacionales, expresados en aquel histórico Mandato Ciudadano por la Paz que obtuvo más de 10 millonesde votos en 1997.
Las guerrillas de primera generación fueron incapaces de captar los cambios mundiales y los cambios que se venían dando en Colombia. Terminaron aisladas, marginales, con un mínimo respaldo ciudadano.
Tal vez el caso más dramático fue el del Epl. Mientras que la mayoría de la organización se incorporó a la paz, todos sus dirigentes históricos, encabezados por Francisco Caraballo, continuaron en la lucha armada. Lentamente, los grupúsculos disidentes se fueron degradando en bandas cuasi-criminales. Un triste epílogo para una generación que creyó en la lucha armada como un camino para lograr la justicia social y que terminó al final escribiendo una lánguida historia de horrores. Los dos últimos frentes del Epl, el Frente Ramón Gilberto Barbosa (Santander) y el Frente Oscar William Calvo (Caldas), son una evidencia terrible de la degradación de un movimiento guerrillero que perdió el norte.
¿Va a ser este, igualmente, el destino del Eln? Me temo que sí, salvo que tengan la grandeza histórica de rectificar a tiempo el camino. Los signos son preocupantes: sanguinarios enfrentamientos con las Farc, crecientes vínculos de algunos frentes con el tráfico de drogas, desmoralización interna. Ojalá que los actuales dirigentes del Eln no permitan que la organización que tuvo a Camilo Torres en sus filas tenga el mismo final del Epl. Mientras que al M-19 le tocó el duro camino de transitar sin experiencia de las armas a la política, el Eln tiene una "cabeza de playa" para desembarcar en la vida política: El Polo Democrático Alternativo. En octubre, el Eln debería estar en la arena política y no en una guerra totalmente degradada.
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Para comprender a fondo el proceso actual de la lucha armada en Colombia en el contexto mundial, es indispensable leer el libro del destacado sociólogo alemán Peter Waldmann, Guerra civil, terrorismo y anomia social. El caso colombiano en un contexto globalizado, Norma, 2006. Un libro esencial.
Eduardo Pizarro Leongómez.
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El anterior escrito no refleja necesariamente la postura política e ideológica de EL MACARENAZOO, por lo tanto no se responsabiliza del mismo. Imagen tomada de: http://newsimg.bbc.co.uk/media/images/40995000/jpg/_40995859_050404eln3.jpg
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