Servicio noticiosoNúmero 153 – noviembre 2 de 2006
Corresponsal Periódico El Turbión – Popayán (Cauca).
En una noche de jueves, el 19 de octubre pasado –fecha en la que se realizó un nuevo atentado, quizá un nuevo montaje realizado para ocultar el ‘boom’ que causaron las denuncias del senador Gustavo Petro y los demás miembros del Polo Democrático Alternativo frente a las irregularidades y falencias del proceso de “Desmovilización de las AUC” en Colombia–, en el Cauca caía otra víctima más de la estrategia para acallar las voces disidentes. En el marco de la llamada “Operación Álgebra 3”, que abarcaría a todo el sur occidente de Colombia y estaría coordinada por los supuestamente desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) con el fin de atacar, principalmente, a los activistas universitarios de las universidades del Valle, Cauca y Nariño, Milton Troyano, estudiante de último semestre de Biología de la Universidad del Cauca, fue asesinado en Popayán.
Milton Troyano fue baleado en la cabeza y en el pómulo derecho, mientras transitaba por el sector del Parque Mosquera de esta ciudad, por dos sicarios motorizados. Según un indigente habitante del sector “a Milton lo empezaron a seguir desde que salió de la universidad: ya lo tenían pistiao”. Aunque las autoridades locales han relacionado el caso con la mal llamada “limpieza social”, la comunidad estudiantil coincide en declarar que este crimen tiene un evidente carácter político.
Y es que Milton, a pesar de llevar poco tiempo en la lucha política por la Universidad Pública, se destacó desde 2004 por su activismo en contra de las políticas de privatización del gobierno. Participó en el campamento estudiantil realizado en esa época, formó parte del grupo de estudiantes que adelantaron huelga de hambre cosiendo sus labios con hilo, posteriormente fue miembro de la mesa de negociación conformada por estudiantes y directivos universitarios y fue candidato al comité académico de su facultad. En fin, tenía claro que las injusticias sociales se podían remediar y trabajaba en ello, al igual que cientos de jóvenes que han sido asesinados o sufren duras persecuciones por sus ideas sobre el país, como lo fuera Julián Andrés Hurtado de la Universidad del Valle, asesinado el pasado 4 de octubre, o como está ocurriendo con Alejandro Vega y Andrés Vidal de Unicauca, quienes se encuentran dentro de una lista de personas amenazadas por el falsamente desmovilizado Bloque Calima de las AUC por manifestar su desacuerdo con las políticas del gobierno actual.
No continuar con sus actividades políticas, no hacer, no pensar: ése parece ser el mensaje de los bloques Sur y Calima de esta organización narcoterrorista a los líderes sociales y universitarios, cuando riega por todo el país diversos panfletos amenazantes o intimida a centenares de personas.
Ante esta realidad, prácticamente oculta por los grandes medios de comunicación, el vicepresidente de la Comisión de derechos humanos y audiencias del Senado de la República, Alexander López Maya, afirmó que “estos hechos comprometen la política de negociación del Gobierno Nacional con los grupos paramilitares, pues como en el caso del asesinato del representante estudiantil de la Universidad del Valle, Julián Andrés Hurtado, se trata de una conspiración criminal en contra de la Universidad Pública colombiana y los estudiantes, que tendría origen en la relación siniestra entre estos grupos, la connivencia oficial y las más altas responsabilidades del gobierno, que se muestran impotentes para detener estas agresiones contra la población”.
Los tibios pronunciamientos de la Rectoría de esta institución de educación superior se limitan a lamentar el fallecimiento de Troyano, pero no su asesinato. Así mismo, las declaraciones de diversas autoridades locales respecto al homicidio dejan en los universitarios una fuerte sospecha de que, nuevamente, se dejarán en la impunidad estos hechos, que ya son considerados como un crimen de Estado, haciendo que las comunidades académicas del sur occidente, donde al parecer se ha empezado a implementar el ‘álgebra’, estén dispuestas a luchar, nacional e internacionalmente, para frenar estos atentados contra la libertad de pensar diferente y de oponerse a la imposiciones de un gobierno que cada día atenta más contra el pueblo.
Por ese motivo, el pasado jueves 26 de octubre –justo una semana después del asesinato de Milton–, los universitarios de Popayán realizaron un acto cultural y una nutrida marcha de antorchas, que contó con la participación de estudiantes y profesores indignados por el asesinato y la violencia que llega a sus claustros educativos. A pesar de los disturbios que se presentaron hacia el final de la jornada, donde hubo varios lesionados, entre ellos un periodista que cubría el evento, los manifestantes sentaron nuevamente su protesta, con su voz y con su letra en las paredes blancas, de Popayán y exigieron resultados de las investigaciones y justicia. Sin embargo, como quizá esta sea otra de las tantas exigencias que no tendrá cumplimiento pronto o nunca, se está programando un Foro sobre Derechos Humanos, por la Verdad y la Paz, que pretende contar con un Tribunal Universitario de Denuncias sobre este tipo de situaciones y que esté conformado por invitados nacionales e internacionales, permitiendo ejercer la presión necesaria sobre los gobiernos del orden regional y nacional.
Los ojos del país y del mundo estarán puestos en el sur occidente colombiano, con el fin de evitar más asesinatos de quienes piensan diferente y son capaces de expresarse en voz alta. Estarán convocadas a este evento, propuesto para fines de noviembre de este año, las comunidades universitarias de Nariño, Valle y Cauca, pero el proceso irá de la mano con otros que se adelantan en toda Colombia donde se presentan iguales o peores situaciones, tales como la Marcha Nacional Universitaria convocada por los estudiantes caleños y que llegará a Bogotá la próxima semana.
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El anterior escrito no refleja necesariamente la postura política e ideológico de EL MACARENAZOO, por lo tanto no se responsabiliza del mismo.
