Venga de donde venga el crimen duele y sacude, sobre todo cuando ocurre en una tierra donde se trata de una constante.
Hoy hay 11 hogares más enlutados, que suman sus lágrimas a los miles de llantos que se derraman a lo largo y a lo ancho de la geografía colombiana.
Mucho se especula sobre quiénes fueron los verdaderos autores materiales de la nueva masacre -lamentablemente debemos mencionarla como “nueva” en una tierra sacudida por cientos de éstas pero que han pasado casi inadvertidas para las comunidades nacional e internacional, tal vez porque los masacrados no fueron personajes del poder político sino “simplemente” niños o campesinos pobres, negros, indígenas, marginados.
Colombia duele hace ya muchos años, de hecho hay fuerzas insurgentes y elementos del poder con innegable vínculo paramilitar y narcotraficante, que están en una puja constante por hacer prevalecer sus intereses materiales o ideológicos, porque ni eso falta en Colombia, donde existe una guerra no reconocida formalmente por sus causantes y donde las víctimas, como siempre, las pone el pueblo indefenso, el que no está armado ni conoce las técnicas de combate y ni siquiera de defensa.
Algunos veían señas de optimismo durante el último mes, hubo quienes se atrevieron a especular con la posibilidad de llevar a cabo las tantas veces solicitado “canje humanitario de prisioneros”, pedido absolutamente desoído por un presidente cuyos vínculos con el narcotráfico y con el paramilitarismo ya han sido demostrados al mundo.
Europa centró sus ojos en Colombia, América Latina es un horizonte fascinante para los líderes europeos y de alguna manera les conviene entrar en estas tierras saqueadas por el imperio sea como fuere.
La presión para producir el despeje humanitario sobre el para-presidente fue evidente aunque no efectivizado. De hecho en una decisión unilateral, Uribe permitió la libertad de Rodrigo Granda, secuestrado en Venezuela por un comando colombiano que actuó en tierra vecina y para ello necesitó también de la colaboración de militares corruptos venezolanos.
Golpe que fue un clarísimo ataque a la soberanía del país hermano, unidos históricamente por fuertes vínculos fraternales, vale la pena recordar.
Uribe trató de demostrar interés y “buena voluntad” en el afán de limpiar su imagen vapuleada los últimos meses cuando quedó en “cueros” ante el mundo.
Varias preguntas rondan en los ámbitos internacionales:
¿Hizo falta tanto tiempo para que aparezca en escena la voluntad política de liberar a los 11 diputados y al resto de los secuestrados por la insurgencia, hecho que no logrado hasta el momento?
¿Cuánto tiempo hace que Uribe responde con “ni” al pedido de los familiares de los prisioneros políticos y de la insurgencia?
¿Cuánto tiempo hace que Uribe se burla de los deseos de los familiares, siendo éste un clamor desesperado de quienes hace tantos años están esperando el reencuentro?
¿Cuánto tiempo hace que Uribe se burla de los deseos de los familiares, siendo éste un clamor desesperado de quienes hace tantos años están esperando el reencuentro?
El asesinato de los 11 sacude al mundo, cuando aún no secaron las lágrimas por el crimen del campesino de Yondó, considerado uno de los tantos falsos positivos que Uribe trazó como línea de acción contra los pobres, a quienes una vez asesinados los visten con ropas de guerrilleros para confundir a la opinión pública.
Mientras aún se llora el crimen del sindicalista y docente Julio César Gómez Cano. Mientras se escuchan los lamentos de los estudiantes brutalmente reprimidos que salieron masivamente a manifestar contra la situación que les impide acceder a la educación pública. Mientras el minifhürer continúa su escalada de muerte y desolación. Mientras se llora los 11084 colombianos y colombianas víctimas de asesinatos selectivos, desaparición forzada, masacres, siendo el 75% de las mismas causadas por el brazo armado del uribismo, o sea las fuerzas paramilitares.
A poco tiempo de la declaración de guerra del imbécil y cuando salió a anunciar que los retenidos por la guerrilla serían liberados a sangre y fuego -tal como luego lo demostró- el desastre se llevó a cabo, pero quedando descubierto que la sangre era la de las víctimas y el fuego también era precisamente sobre ellos.
Resulta inconcebible esta nueva acción, una más entre miles y miles de acciones que demuestran que en Colombia la vida no vale un centavo.
La pregunta sobre quiénes asesinaron a los diputados se desplaza hacia varios puntos:
Que si fueron las fuerzas militares.
O las paramilitares.
Si fueron narcotraficantes o acaso la misma guerrilla de las FARC o incluso elementos del otro grupo insurgente, el ELN.
Lo cierto es que el desastre se desató, los diputados fueron asesinados ahora, justo después de la declaración de Uribe “a sangre y fuego” y cuando las familias de los retenidos respondieron con un pedido de prudencia.
¿Será que la liberación de Rodrigo Granda fue un juego maldito para luego implementar el ataque a los diputados y así poder cargar las culpas a uno o más grupos? Total, qué le hacen muertos más o muertos menos al asesino sobre todo cuando las culpas las cargarán otros…
Podrá Uribe continuar maquillándose, pero nunca podrá modificar la repulsión que se siente por su presencia ante la impunidad y el asco.
No puede negar su participación directa en el hecho que está sacudiendo al mundo, por más que intente esbozar palabras tibias, así como nada permite que justifique semejante aberración.
Uribe es el ejecutor directo de los asesinatos, es el cerebro que orquestó el horror, es quien debe rendir cuentas a su pueblo y a la comunidad internacional, porque quienes dicen actuar dentro de la ley no pueden actuar igual, ni parecido siquiera, con los que sitúan dentro de la delincuencia…
Es quien debe asumir su derrota, quien debería, si acaso alguna vez tuvo un centímetro de sentido común y raciocinio, pagar esta factura escrita con la sangre de 11 prisioneros.
Y le queda un solo camino para hacerlo: RENUNCIAR inmediatamente y continuar su escalada hacia la muerte desde otros espacios que no le son desconocidos y alrededor de los cuales giró siempre.
Mientras tanto Colombia sigue sola, tan sola como cuando el estado asesinó a miles de militantes y dirigentes de la Unión Patriótica, como cuando asesinaron a Jaime Pardo Leal, como cuando desplazan campesinos arrojándoles el peso del abandono sobre sus vencidas espaldas aunque no se oiga la voz de ningún Papa pidiendo que “cese la guerra fratricida”. Ahora ya es tarde, no son 11, son miles que también laten y duelen.
Colombia sigue sola, hoy sacudida por 11 muertes en medio de tantas pérdidas y de tanto dolor. Colombia sigue sola en manos de una bestia, abandonada a su suerte, mientras la sangre continúa dejando surcos abiertos que perdurarán para siempre como tatuajes y mientras cada día se esfuman más los atisbos de esperanza.
Sangra Colombia como atrapada por un destino cruel e inhumano, tal vez algún día la realidad sea otra, pero de lo que estamos seguros es que ya nada será como si nada…
Ingrid Storgen
Julio 2007
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El anterior escrito no refleja necesariamente la postura política e ideológica de EL MACARENAZOO, por lo tanto no se responsabiliza del mismo.
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